My journey to the Galapagos Islands in Ecuador began as an invitation to volunteer and help the dogs and cats of San Cristobal Island. The reason: they were left with no veterinarian. I had no idea of what was happening there, and the key role that Animal Balance plays in this place, confronting problems such as introduced fauna, and how this alters the ecosystem; additionally, what measures to implement to address this, of course, seeking the balance in which all these species are able to coexist and share this beautiful place. Little by little I began to learn and understand everything while I fell in love with the conservation program in general.
For me it is a great pride to be able to contribute to something so big and beautiful, as what Animal Balance does on these Islands!
The days prior to the trip I felt invaded by anxiety because I did not know what I would fin. The animals there hadn’t received veterinary care for a long time, and I did not know their health status. All this, added to the fact that we did not have large amounts of needed supplies and medications, provided the motive for the feelings of fear and helplessness that I felt at not being able to aid pets properly. With the help of friends, I gathered some basic medicines and I added others from my private practice medical kit. The day before the trip I just thought, "Everything will be fine, you will find a way to do your best with what you have" and I began to feel calmer.
When I arrived in San Cristobal, I was very well received, I felt that I was in a cozy and familiar environment, even though it was my first time on the island. On the first day, people started arriving little by little with their pets, and without even noticing I had already treated more than 50 dogs and cats. I felt no fatigue, and just enjoyed every moment with each patient.
My goal with every person was to listen to them, understand them and reassure them, and to explain to them what was going on with their pets and what they needed. For me, every patient was special. They had been waiting for months to be heard, and to have their dogs and cats attended to, and I hoped they would be satisfied with my care and leave feeling calmer.
Finally, everything went better than I expected. I was able to care for 268 dogs/cats, vaccinate 86 and attend to three emergencies. As an anecdote, I cannot help mentioning the three-month-old kitten that had not eaten for two days because one of his legs hurt. He received painkillers and in the next appointment, he was like new, a happy kitten, curious, with no limitations on his ability to explore.
Fortunately, I had the necessary supplies for each situation that arose and was able to give a happy ending to each story I got to know. From San Cristóbal I take an endless number of experiences, all of them happy. My friends from ABG (Agency for Regulation and Control of Biosecurity and Quarantine for Galapagos) made something wonderful of these clinic days.
To Animal Balance, I am infinitely grateful for allowing me to have this experience and contribute in such a special way to my professional and personal training. Having worked with Animal Balance for me was a magical experience. Previously I viewed them with admiration for their work and dreamed of having the experience of working with them, now that admiration has multiplied, and added to that feeling is a deep affection for their organization and especially for them as individuals. For me, I feel pride having contributed to such beautiful work.
I hope to return to the Galapagos, I hope to see my friends from ABG again and more than that, I hope to continue creating experiences with Animal Balance.
SPANISH VERSION
Mi camino hacia las Islas Galápagos en Ecuador comenzó como una invitación la cual buscaba ayudar a los perros y gatos de la isla San Cristóbal, el motivo: se habían quedado sin veterinario. Yo desconocía por completo lo que pasaba allí; el papel importantísimo que Animal Balance desempeñaba en el lugar haciendo frente a problemas tales como fauna introducida, y como ésta alteraba el ecosistema, además de qué medidas tomar para hacer frente a esto, eso sí buscando el equilibrio en donde todas las especies pudiesen convivir y compartir este hermoso lugar. Poco a poco fui enterándome y comprendiendo todo, a la vez que me enamoraba del programa de conservación en general.
¡Para mí es un orgullo poder aportar a algo tan grande y tan hermoso como es lo que hace Animal Balance en estas islas!
Los días previos a el viaje la ansiedad me invadió por completo porque no sabía que encontraría, los animales allí llevaban mucho tiempo sin atención veterinaria y desconocía en qué estado estaban, todo esto sumado a que no contábamos con muchos suministros y medicamentos necesarios; motivo por el cual me llenaba de miedo e impotencia por no poder ayudar de una manera adecuada a las mascotas. Con la ayuda de amigos pude reunir algunos medicamentos básicos y completé con los que disponía en mi botiquín personal, sin embargo, la ansiedad me consumía. El día antes del viaje solo pensaba, "todo va a salir bien, vas a encontrar la manera de hacer lo mejor con lo que tienes" y comencé a sentirme más tranquila.
Al llegar a San Cristóbal fui muy bien recibida, me sentí en un entorno tan acogedor y familiar a pesar de que era mi primera vez en la isla.
El primer día de trabajo poco a poco fueron llegando las personas con sus mascotas y sin pensarlo había atendido mas de 50 perros y gatos, el cansancio no se sentía, solo disfrutaba el momento con cada paciente.
Mi objetivo con cada persona fue escucharlos, entenderlos y tranquilizarlos, explicarles qué pasaba con sus animales de compañía y lo que ellos necesitaban. Para mí cada paciente fue especial, ellos llevaban meses esperando ser escuchados y que sus perros y gatos fueran atendidas y yo esperaba que quedaran satisfechos con mi atención y se fueran tranquilos.
Finalmente, todo salió mejor de lo que esperaba, pude dar atención a 268 perros/gatos, vacunar a 86 y atender 3 urgencias. Como anécdota no puedo dejar de mencionar el gatito de 3 meses que llevaba 2 días sin comer porque le dolía una de sus patitas, recibió analgésicos y en la revisión posterior ya estaba como nuevo, era un gatito feliz, curioso, sin limitaciones para explorar.
Por fortuna pude contar con los suministros necesarios para cada situación que se presentó y dar final feliz a cada historia que conocí.
De San Cristóbal me llevo un sin número de experiencias, todas ellas felices. Mis amigos de ABG (Agencia de Regulación y Control de la Bioseguridad y Cuarentena para Galápagos) hicieron de estas jornadas algo maravilloso.
A Animal Balance, le estoy infinitamente agradecida por permitirme tener esta experiencia y contribuir de una manera tan especial a mi formación profesional y personal.
Haber trabajado con Animal Balance para mí fue una experiencia mágica.
Anteriormente las veía con admiración por su trabajo y soñaba con tener la experiencia de trabajar con ellas, ahora esa admiración se ha multiplicado y se le ha sumado a ese sentimiento un profundo cariño por su organización y sobre todo por ellas como personas. Es para mí un orgullo aportar a tan hermosa labor.
Espero volver a Galápagos, espero volver a ver a mis amigos de ABG y más que nada espero seguir sumando experiencias junto a Animal Balance.
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